‘Rodin’: Sergio Bernal reivindica la verdad de las emociones
El bailarín madrileño presenta este fin de semana en el Festival de Itálica su conmovido retrato del escultor francés.
La élite mundial de la danza encuentra su sitio en ‘Momentum’

El bailarín y coreógrafo Sergio Bernal (Madrid, 1990), uno de los grandes nombres de la danza actual como revelan los numerosos reconocimientos y premios obtenidos en países como Reino Unido e Italia, nunca concibió la disciplina a la que se consagró desde niño como una isla que se abasteciese por sí sola. “Soy un fanático de la arquitectura, la escultura, la pintura”, asegura este intérprete que en esa curiosidad que lo empujaba a otras artes halló la inspiración para Rodin, el espectáculo con el que cierra la programación de este año del Festival de Itálica el viernes y el sábado. Una pieza dividida en un prólogo y tres capítulos con la que Bernal recuerda a un creador libre que se atrevió a desafiar el academicismo de su época, pero que, también, ante todo, concedió al sentimiento la misma importancia que al bronce en sus trabajos.
“Al comprobar las obras de Rodin me llamó la atención”, cuenta el madrileño, “que más allá de su maestría esas figuras estaban cargadas de emociones, de vivencias. Se aprecia lo que están sintiendo los rostros, ves a los personajes, una humanidad que debió de ser para el arte de su tiempo algo revolucionario”, sostiene Bernal, que encuentra similitudes entre la creación de esas estatuas y el desempeño de su profesión. “Los bailarines, en cierto modo, esculpimos nuestros cuerpos, con disciplina y constancia, pero también con nuestros miedos y nuestras alegrías, con lo que nos pasa por dentro. Y con técnica: en la escuela bolera, por ejemplo, tienes que mover los brazos de una determinada manera, y eso es otra forma de esculpir tu cuerpo”.
Tras un preámbulo, titulado Mi vida y acompasado a un concierto de Rachmaninov, en el que un Auguste Rodin vulnerable, ilusionado y herido por la belleza se presenta al público, el montaje recrea en los episodios sucesivos tres de las obras maestras del artista francés. El Torso del hombre Luis XIVtraslada al espectador a la corte del Rey Sol con música de Jean-Baptiste Lully, uno de los compositores a los que patrocinó el monarca, y Jordi Savall. “Como Rodin, Luis XIVfue un hombre controvertido, pero que hizo cosas maravillosas”, apunta sobre un rey que participó en numerosos ballets y que auspició la creación de la Real Academia de la Danza.
En la mirada de Bernal, ‘El pensador’ se expresa a través del flamenco y la danza española
En El beso, otro de los fragmentos, Bernal revisita junto a la argentina Ana Sophia Scheller una de las esculturas más emblemáticas de Rodin, la estampa de dos amantes en la que no resulta difícil identificar ecos de la apasionada y compleja relación que el genio francés mantuvo con la también sublime Camille Claudel. La Pavana para una infanta difunta, de Ravel, sonará en esta coreografía firmada por Bernal y Ricardo Cue, codirector de la compañía.
La contemplación de El pensador fue “el embrión de este proyecto, la chispa que lo empezó todo”, recuerda Bernal, conmovido por la “carga emocional que esconde, cuando te paras a admirarlo, ese hombre con un aspecto tan duro. Es una estatua llena de dolor y de miedo”, defiende el bailarín, que aquí recurre a una banda sonora “hermosísima” de Roque Baños. “Una cosa muy interesante de este espectáculo”, aclara su responsable, “es que contamos con ocho músicos en directo, entre ellos el sevillano Daniel Jurado”. Bernal elige aquí el flamenco y la danza española, registros en los que se formó, para devolver la vida a este titán rocoso y reflexivo al que dio forma Rodin.

Porque si hoy Sergio Bernal baila ante el público, rememora el artista, “fue porque mi madre nos apuntó a mi hermano y a mí a clases de sevillanas y flamenco cuando éramos niños. Mi hermano eligió pronto el fútbol, pero yo encontré ahí una forma de comunicarme con el mundo, la posibilidad de mirar a la gente de frente y mostrar quién era”, asegura este profesional que destacó en el Ballet Nacional de España y que siente que a través del movimiento “me conozco mejor, sé quién soy”.
En Ricardo Cue, con el que gestiona su compañía, ha dado con “ese padre que me ha ayudado a crecer”, dice sobre un veterano que descubrió a talentos como Igor Yebra y Tamara Rojo, y que es manager de Maya Plisetskaya. Junto a este “pozo de sabiduría” Bernal ha afinado sus intuiciones, y hoy puede suscribir una sentencia que el dossier del espectáculo rescata de Rodin: “Pero el artista no percibe la verdad como ella se muestra al común de los mortales, puesto que su emoción le revela la verdad interior bajo las apariencias, mientras que el mediocre mira sin ver”.
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