
Vía Augusta
Alberto Grimaldi
Saber irse
Yo te digo mi verdad
El derecho a la manifestación está tan reconocido en los países democráticos que ahondar en su defensa es innecesario. Pretender que son un instrumento incontestable para derribar a un gobierno legitimado por las Cortes es, sin embargo, una falacia. Con ese argumento, Mazón tendría que haberse ido a su casa hace muchos meses, y Aznar no hubiera metido a España en la guerra del Golfo. Sin embargo, los mismos que entonces y ahora han hecho caso omiso, legítima y legalmente, a esos clamores populares, pretenden ahora echar de la Moncloa a su actual inquilino.
El pertinaz Feijoo, sin embargo, sabe que la única manera de derrocar a un gobierno en democracia es a través de una votación en el Congreso, por muchos miles de partidarios que consiga convocar en la calle. Tanto lo sabe que no se atreve a presentar la moción de censura que la Constitución prevé para estos casos, algo que sí hizo, para ganarla por única vez en la democracia, Pedro Sánchez. El líder socialista sí lo logró de la manera más indiscutiblemente democrática: reuniendo una mayoría de votos en el lugar donde se aloja la soberanía popular: el Parlamento.
Aplíquese el jefe de los populares a conseguir los apoyos que le hacen falta, es decir, los de los partidos nacionalistas de derecha, tan afines en tantos aspectos. Sin embargo, sus compañeros de filas parecen dedicarse a lo contrario, con la presidenta madrileña a la cabeza, haciendo la gamberra en la cumbre autonómica al levantarse al escuchar lenguas españolas como el catalán y el euskera, cual si hubiera visto entrar al mismo diablo en la sala. No decimos nada de su antecesora en la Puerta del Sol, Esperanza Aguirre, alabando las bondades de la dictadura de Franco, que tanto disfrutó persiguiendo esos independentismos.
Ayuso, además, rehusó saludar en condiciones a la ministra Mónica García, acusándola de haberla llamado “asesina”, mientras ella y todo su partido llaman “capo mafioso” a Pedro Sánchez y lo retratan como El Padrino de Coppola. Consideran menos ofensiva la comparación con don Vito Corleone que la que pueda equiparar a Clemenza.
Reclaman como justa la petición de elecciones anticipadas, y no quieren recordar que el “mafioso” Pedro Sánchez ya lo hizo la última vez y los volvió a dejar con la miel en los labios, precisamente por la voluntad popular mayoritaria representada en el Congreso. Se diría del PP que es como aquel boxeador sonado que a cada derrota pide la revancha. Los vientos parecen soplar a su favor ahora, pero la impaciencia les puede. Y mientras, España sigue sin romperse, contra todos sus augurios.
También te puede interesar
Lo último